Sé que no era la primera presentación, pero he de admitir que estaba nerviosa. El ambiente era estupendo en Café la Vida (Jaén), con unos asistentes que prestaban atención a cada palabra. Bien. El peligro de presentar en una cafetería suele ser que las conversaciones ajenas se mezclen en el acto y se tenga que subir el tono de voz. Aquí, sin embargo, tenía a todas las mesas escuchando mi historia. Y eso me emocionó y alteró a partes iguales. Porque aunque me vierais bastante “entera”, os aseguro que no sabía qué hacer con las manos y mi mente iba a mil. No podía fallaros. Tenía que decir cosas coherentes e interesantes, quería transmitiros la historia de Ariadna y lo que significó para mí escribirla y publicarla. Y creo que lo conseguí, o me acerqué bastante al objetivo. Sobre todo, gracias a esa maravillosa atmósfera cálida y agradable que se respiró durante todo el acto.
La tarde del martes, con el sol a mis espaldas, hablé de Amapola, de Daryo y, en especial, de San Sebastián. La cita comenzó con una breve presentación, de la que se encargó Marina Torres (una artista maravillosa), y después abrí la boca y… no pude parar. Me fui por las nubes varias veces, lo sé, y no dije todo lo que tendría que haber dicho. Mi pareja, Joaquín, prácticamente lo organizó todo: Cargó con los libros, los colocó pulcramente sobre la mesa, preparó y repartió los números del sorteo (¡sorteo sorpresa!) y estuvo atento a cada detalle. Ya es mi “organizador de eventos” oficial.
Entre los invitados estuvieron también mis amigos Mario Escabias, escritor, que fue el encargado de grabar en directo con mi móvil y compartir con vosotros la preciosa experiencia (la imagen apenas tiembla, ¡buen trabajo, Mario!); y la bloguera Enara González, mi tocaya jiennense, que hizo de reportera exprés después de viajar desde su pueblo para estar un ratito conmigo.
El público estuvo muy participativo. Me preguntaron por el título de la novela, si era yo la de la portada (que nooooo), sobre la influencia de otros autores y la inspiración en la mitología escandinava. Comenté mis nuevos proyectos y le hice la pelota “lo justo” a mi amiga y editora. Y a mis compañeras de Escarlata, que son todas unas crack. He de confesar que al final me sentí fatal porque no hablé de Aidan, de “mak” o “metish”, ni de Luc o Yaroslavich. Prometo que la próxima vez me hago una chuleta para explicar mejor el fondo de la historia. Aun así, creo que quedó bastante completo. Y así tengo una excusa para repetir, ¿no?
Cuando las preguntas terminaron procedimos a sortear tres bolsas de Escarlata Ediciones. La primera en desaparecer fue la roja, por supuesto. Ahora hay tres hibiscus más pululando por Jaén y espero que con el tiempo haya más.
Gracias a Café la Vida por dejarme un hueco en su precioso local. Gracias a mis amigos por estar ahí, conmigo. Quiero agradecer también a los que asistieron y participaron, por dejar explayarme a gusto sobre mi Ariadna, espero veros pronto en alguna otra ocasión. Gracias a mi novio por ponerme por delante de sus prioridades y mostrarme su amor con cada minúsculo gesto. Y gracias también a todos los que seguisteis el evento por Facebook con la retransmisión en directo. Siento que la luz no fuera muy buena, pero es lo que tiene experimentar con estas cosas.
Habrá más y mejor. Palabra de amapola.
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